Planteles

jueves, 30 de mayo de 2013

Matías Urbano: el goleador que reza y añora volver

  • El deporte hoy no lo desvela porque su hermano lucha por vivir.
  • Representantes, triangulaciones y un futuro albinegro. ¿Qué le dio y quitó el fútbol?
"No sé si hoy es el momento, pero a Cipo voy a
regresar"
.
Lola es una 'peque' de cabello oro, cachetes regorderes, mirada tierna. Saluda y le arranca una sonrisa a esos ojos tristes. Se pierde por el pasillo, en una cocina que está aprendiendo a conocer. La pequeña es hija de Matías Urbano, el delantero zonal que más clubes y países conoció con el fútbol. Un trashumante del gol, un errante de las redes. Ese tipo que se gana la vida haciendo alegres a unos y amargando a otros, hoy vive un momento particularmente extraño, sufrido, de incertidumbre total. Hoy el fútbol no es ni por asomo su prioridad.

Tiene ganas de volver a ser feliz. De sacudir las redes, regresar al primer nivel sudamericano, jugar una edición más de la Copa Libertadores. Tiene 32 años, un físico bien preparado y renombre en ligas como la chilena y la colombiana. Pero su hermano está en terapia intensiva, muy grave hace 79 días, y eso le destroza el alma. Se le nota en los ojos y las palabras. En la mirada que dejó de ser intensa. Habla de fútbol, de su amor por Cipolletti, de las posibilidades ciertas de volver a vestir la camiseta albinegra, de su paso por Colombia, Ecuador, México, España, Chile e Italia. De que el fútbol le dio "todo", pero también le quitó bastante. Que pasó por 19 clubes, de primera y de segunda, convirtió más de 150 goles, vivió las miserias ajenas, ganó dinero pero no está "salvado económicamente".

También de triangulaciones, porque Urbano es de los pocos jugadores que estuvo inscripto en Unión San Felipe, el Locarno sudamericano, y realmente jugó allí. Es más, el dueño de ese club fue siempre su representante (Raúl Delgado), del que consiguió desprenderse el año pasado.

La temporada no fue buena.

Volví a Unión San Felipe desde Millonarios, donde había sido campeón, y no me fue bien por diferentes cosas. Jugué dos partidos, tuve un grave problema familiar, regresé a Cipolletti, estuve acá 15 días, después volví al banco de suplentes y no conseguimos clasificar para luchar por el ascenso a Primera. No estaba bien ni física ni anímicamente.

Venías de ser campeón...

Sí, y Millonarios no salía campeón desde hacía 23 años. Pero yo no fui uno de los partícipes principales del título. Hubiese preferiro tener más continuidad y hacer más goles. Igual, me llenó de orgullo...

Con sus dos amores: Diego y Lola.
Siempre el jugador dice que lo más importante es el equipo. Pero el goleador tiene algo de egoísmo. ¿Preferís un título como en Millonarios o ser goleador como en San Felipe (2011)?

No es lo mismo salir campeón jugando todos los partidos o haciendo 20 goles que jugando poco. En el 2011 se dio todo, porque fui goleador del torneo chileno (algo que en ese club sólo una vez había pasado) y clasificamos a los plays off por segunda vez en la historia. San Felipe es chico, y peleamos de igual a igual con 'U' de Chile, que era la sensación. Pero sí, prefiero hacer goles, en ese aspecto uno es egoísta. Ser goleador da más prestigio.

Buenos momentos deportivos le sobran. En el 2003 fue artillero del Maracá de Ecuador y protagonista esencial del ascenso a la 'A' (15 goles en 17 partidos); pasó por México, irrumpió en Chile (primero en La Serena, después en el Everton), lo tentaron 'grandes' de ese país; metió 5 goles en la Libertadores del 2008 en Cúcuta; saltó a la fama por sus tantos de rabona. También sufrió el desarraigo, sus hijos a veces no saben en qué lugar del mundo están ("Diego, que tiene 8 años, vivió en 5 países"), descendió con San Martín de Tucumán, no le dieron bolilla en San Lorenzo.

Gajes del oficio. Aunque la vida deportiva de Urbano tiene muchas particularidades y un punto de inflexión: la noche que conoció al empresario frutícola Luis Boschi. Tenía 17 años, había jugado en ligas barriales, un pequeño paso por las inferiores de Cipolletti y 7 meses en Newell's. Nada más. Hasta que enfrentó a Boschi en un partido de fútbol 5. La rompió, el empresario sacó su pase del club San Pablo donando unas pelotas, lo metió en Cipolletti, Matías explotó en la B Nacional, el albinegro descendió en 2001 pero su pase fue vendido en 280 mil dólares, que sirvieron para que el club no se vaya a la quiebra. Ahí irrumpió en su vida Delgado, ex secretario de medio de Carlos Menem, que había comprado un Brown de Arrecifes que supo estar en la B Nacional y hoy apenas juega en la liga de origen. Delgado fue parte del grupo inversor que comandó hace años Tinelli en San Lorenzo, pero su mayor incidencia pasa en Unión San Felipe, club chileno que ha actuado como puente para la triangulación de pases.

"Desde que me vendió Cipolletti a Brown de Arrecifes empezó mi relación con Delgado. Siempre me consiguió trabajo, nunca tuve problemas".

¿Son clubes fantasmas?

Ellos (Delgado y Cía.) dirigieron en Arrecifes, en San Felipe, en Colonia de Uruguay... No son fantasmas, son clubes reales que funcionan como empresas, con todo en regla. Sí hay jugadores que son inscriptos como propiedad del club para poder salir de ahí o despegar a otro lado.

Famosas triangulaciones...

Pasa mucho, siempre hay algo atrás... Se utiliza en todos los países, pero yo con esta gente trabajé muy bien, buscando la mejor opción. Ahora, gracias a Dios, me quedé con el pase y voy a manejar mi carrera como quiera.

Matías y su clásico festejo del pescadito.
¿No se arma una carrera sin representante o intermediario?

Muchas de las chances que tuve no me hubiesen llegado sin Delgado. Siempre que hay una propuesta van 'prendidos' de alguna forma, pero son necesarios.

¿Necesarios o mal necesario?

Es difícil decirlo, pero son un mal necesario porque muchas veces terminan siendo mas beneficiados que los jugadores.

¿Resignaste mucho dinero?

En algunos casos sí, no en todos. Pero siempre he buscado las mejores alternativas deportivas y económicas.

¿El fútbol a tu edad se disfruta como en la juventud?

Son dos momentos diferentes: adentro de la cancha siempre lo voy a disfrutar igual, porque lo adoro, me divierto y a mí me dio todo. Estando afuera es difícil: por ejemplo, mí hijo tiene 8 años, estuvo yendo al colegio en Chile, ahora lo tuve que anotar en uno de Cipo, capaz que esté un mes ahí y vuelta a cambiar. Eso es lo que cansa. Los cambios, mudarse cada seis meses. Hoy vivo un mal momento por problemas personales, debo apoyar a mi mamá, estar con ella y mi familia.

¿Te quedás? ¿Hay chances de que vuelvas a Cipolletti?

Siempre hay chances. Desde que me fui dije que iba a terminar mi carrera con esta camiseta, que gracias a ella pude jugar en la selección, mi gran orgullo. No se si este es el momento de volver, o quizá en un año. Conozco a los dirigentes actuales, son todos muchachos que quieren al club y eso me seduce. No cierro la puerta porque es mi sueño...

¿Lo ideal sería irte?

Que las cosas se arreglen en mi casa y poder jugar un tiempo más afuera, en buen nivel. Debo pensar en los míos porque no me puedo dar el lujo de decir que hice una diferencia económica. Tengo una familia por la que responder, aunque siempre pienso en volver a Cipo para ayudar a que vuelva a la B Nacional.
Sebastián Busader. Río Negro.

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