Las grandes obras son eternas e inmortales

Debut de ese equipo en La Visera, triunfo 2 a 1 sobre San
Martín de San Juan, tras ganar en Mendoza en el debut.
Arriba: Chazarreta, Medina, Squadrone, Viana Beledo,
Yorno y Díaz. Abajo: Penayo, Benítez, De Bonis, Frutos
y Mozas.

•  Por Ariel Alonso para cipopasion.com.

Los recuerdos causan a menudo un efecto extraño, un amalgama que oscila entre la alegría y la nostalgia, entre la evocación a los años dorados y la decepción existencial por estos tiempos de sequía.

Y caminando por la calle Mengelle y O’ Higgins se me viene un tropel de recuerdos de uno de los mejores planteles de la historia de Cipolletti, que en el año 1999 nos endulzaron el alma y el paladar.

¡Qué equipazo por favor! Yorno, Chazarreta, Viana Beledo, Del Valle Medina, Squadrone, De Bonis, el gran Ceferino Diaz, Mozas y Frutos. Y arriba, “Chiquito” Benítez y Penayo. Era como decirte mi número de documento de corrido, por lo fácil que salía de memoria repetir aquella memorable formación.

Este sueño comenzó con una brillante pretemporada de 15 días en Necochea, a cargo de un experimentado conocedor del ascenso, como lo es el amigo Jorge Casaprima. Y con el DT Darío Tempesta, hombre difícil de llevar, que a pesar de habernos regalado grandes alegrías, fue declarado persona no grata en Cipo más adelante. Aquel gran técnico que faltando 4 fechas lo echaron, justo cuando estábamos peleando la punta con Instituto de Córdoba.

¡Qué plantel por favor! Se ganaba en todos lados, tenía mística, autoridad, personalidad ganadora y estirpe del bueno: se gozaba en Tucumán (le hicimos 4 a San Martín), festejábamos en Arrecifes, en San Juan, en Mendoza, en Capital. Y acá en la Visera -como siempre repleta, hasta las pelotas- le hicimos 5 a Olimpo de Bahia Blanca.

Pero como dice la recordada canción de Vox Dei, “todo tiene un final, todo termina”.

Y terminó nomás. El sueño se truncó en cuartos de final y nuestro verdugo de turno era Defensa y Justicia, ya con Don Ángel Celoria como DT.

Tan cerca estuvimos de volver a codearnos con los grandes. Una verdadera tristeza. La verdad, tremenda paradoja, ¿no? Algunos equipos que goleábamos en el pasado, ahora están en primera y nosotros ni siquiera estamos en Nacional B, sino en este tortuoso Argentino A.

Pero volviendo al lamento de Vox Dei, trazando un paralelismo entre la música, aquel rincón iluminado donde el peso de las grandes obras es eterno e innmortal, con el fútbol, y con aquel legado inolvidable que nos dejó aquel Cipo, pasa algo más o menos parecido. Pasan los jugadores, los técnicos, los dirigentes. Pero queda el recuerdo de aquel gran equipo en la retina de todos los albinegros de corazón.