Planteles

jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Y por qué no?

  • La columna de Juan Pablo Quintana.
Hay veces que a uno las cosas no le salen como espera y es ahí donde busca aferrarse a una esperanza. Mientras suena “a mi manera” en el café donde escribo esta pequeña columna y se sume al combo de sensaciones. Probablemente la amnesia de partidos oficiales de Cipo. Quizás estos larguísimos 116 días sin cotejos en serio del Albinegro (que serán 119 el domingo cuando al fin se juegue ante Roca). O pensar que desde 2001 que soñamos con volver a la B Nacional. Es en ese mar de impresiones que me he preguntado en voz alta ¿Y por qué no?


Es cierto que el césped sintético juega más para los rivales que para nosotros, es verdad que nos llena de lesionados o nuestros jugadores sienten dolores inusuales. Es real que con las modificaciones que le hicieron al estadio es imposible que se juegue con público visitante (con lo lindo que es). Es claro que ya no llegarán más refuerzos (ni el tan ansiado nueve goleador) aunque el libro de pases cierre el viernes. Y la lista podría seguir.

Pero también es verdad que Cipo tiene ese fuego sagrado que te da la historia pero que el hincha respalda cada domingo. Porque más allá de todas las pálidas que siempre están ahí dando vueltas (en muchos casos porque es más fácil disimularlas que reconocer que se ha equivocado y a partir de ahí cambiarla), más allá de todo… hoy ningún equipo del Federal A quiere jugar contra Cipo. Es que no es fácil jugar en una cancha donde el hincha te respira la nuca, no es sencillo salir airoso de un lugar donde con una campaña medio pelo (como la del torneo pasado) tenés dos mil personas aunque llueva, truene o hagan 35 grados de calor… que, como pasa siempre, se multiplica si la campaña ayuda.

A mí no me lo contaron. Yo vi a los jugadores de Racing de Olavarría filmando a la tribuna el día que volvimos al Argentino A, yo sentí el asombro de colegas periodistas que venían a cubrir el partido y no podían creer el mundo de gente cuando faltaban tres horas para el partido. Yo me enorgullecí cuando en Olavarría se veían colectivos y colectivos que “coparon la tribuna como nunca nadie lo había hecho” según contaba el diario al otro día.

Yo, como los miles de hinchas que habían copado La Visera aquella noche contra Aldosivi, sospechaba que no estaba todo dicho cuando a los ocho minutos el Tiburón ganaba 2 a 0. Todos imaginábamos que se podía ganar (sí, perdiendo 2 a 0 a los ocho minutos no pesábamos en empatarlo sino en ganarlo) y Cipo ganó aquella noche…

Está claro que se necesita un equipo competitivo, una táctica justa en el momento indicado, una efectividad goleadora como la de Padua y una pisca de suerte. Sí, sólo una pisca, porque todo lo otro se consigue laburando y como decía el gran Roberto Perfumo “la suerte no se entrena”.

Reconozco que se necesita todo eso para el ascenso, pero también se necesita el fuego sagrado que te contagia una hinchada… y, en ese sentido, créanme estamos muy bien. El domingo, ante el rival (y no el enemigo) de toda la vida comenzaremos a perseguir un sueño de ascenso, como lo hemos hecho casi siempre, con la seguridad de contar con ese fuego sagrado que otros carecen y que nosotros llevamos en la sangre.

Por eso, a esta hora del jueves 1 de septiembre de 2016 mientras espero volver a sentir esa hermosa sensación de estar otra vez en La Visera soñando con el ascenso me pregunto: ¿Y porqué no?

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