Planteles

sábado, 18 de abril de 2020

Prohibido olvidar

  • La columna de Juani Scopel.

El primer recuerdo que viene a mi memoria es un entrenamiento de inferiores, calculo 12 años yo, llegando por platea. Estaba parado en la escalera del palco, en cuero, ojotas, esas celestes cruzadas, pantalón corto blanco creo que marca Nanque, como arremangado para arriba, dejaba ver la carne viva en los costados de las piernas.


El había fabricado dos aros con cinta adhesiva y rodeaban ambas heridas para evitar el roce del pantalón. ¡Vení pibe! Me dijo, ¿me haces un favor?

El favor era soplarle con todas mis fuerzas en el momento que se ponía merthiolate, ese rojo eh, el que ardía como ají chileno. Me agradeció acariciándome la cabeza y me pregunto en qué división jugaba.

Así conocí personalmente, yo ya sabía quién era, al gran “Gallo” Jorge Fernandez. Al año siguiente ese muchacho jugaría la final en cancha de Olimpo frente a Huracán de Comodoro, ascendiendo a primera A. Lo vi con mi papá atrás del arco, enfrente al que marcara Ricardo Ogas y mi amigo el “Trapo” Jorge Luis Giner.

Laburaba en Gas de Estado, llegaba apurado con su ropa de grafa (similar a la de la foto) para entrenar. En la cancha dejaba lo que no tenía, corría por el y por algunos refuerzos porteños, como cuenta la anécdota en Córdoba frente a Instituto, "Gashhhhoooo dámela al pie papaaaa" lo que siguió después en el vestuario quedará para otra ocasión.

Luego nos hizo hombres siendo DT en Quinta y Sexta, inculcándonos la importancia de entrenar, de ser responsables, de no faltar los Martes cuando había "sopa de ajo" como decía el, haciendo referencia a correr sin la presencia de la pelota.

Ustedes tienen el privilegio de vestir esta camiseta. Jamás me olvidé de esa frase. Tenía razón.
Siempre ganó dos mangos para todo lo que nos dio como futbolista y como guía, y también nos dejó frases célebres como "El Borussia trabaja", "Hay que estar bien de la croqueta", "Huevadita Don Veliii", "Chorrasfox", " Que pasa papurri" y tantas otras.

Hasta que un día me enteré que hace unos años lo vieron haciendo la cola para pagar la entrada popular para ver a Cipo, como cualquier cristiano, siempre humilde, siempre cabeza gacha. Años que su croqueta no estaba bien.

Gracias al flaco Angel Lombino y a Mauri Mac Kenzie, el “Gallo” controló su enfermedad y fue vitalicio del Club que defendió con uñas y dientes, ya nunca más tuvo que pagar para ver a su equipo. ¿Tarde? Peor es nunca.

No olvidemos a quienes dejaron a Cipolletti en lo más alto del pedestal.

Por siempre agradecido.

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