A 34 años de la clasificación al Nacional B

Aquel mano a mano entre Cipolletti e Independiente de Neuquén definió la clasificación al Nacional B, y sin saberlo, la trascendencia de los dos clubes a nivel nacional. El albinegro nunca más bajó al fútbol local. El rojo jamás pudo jugar el Nacional B, y apenas fue invitado a algunos Federal A. Muchos neuquinos se volcaron a alentar a Cipo.

• Columna de Attilio Scopel.

El 15 de Junio de 1986 este equipo me regaló uno de los momentos más lindos y recordados de mi vida. Quizás para los jóvenes de hoy este relato les resulte aburrido, a los de más de 40 seguramente les va a gustar.

En esos tiempos se llegó a este desempate en cancha neutral para el ascenso al nuevo y reestructurado Nacional B, producto de sendas victorias con arbitrajes localistas.

Fue 1-2 en La Caldera y 2-1 angustioso en La Visera. El Luis Maiolino de General Roca fue el escenario para la finalísima en una tarde fría y lluviosa.

Desde muy temprano con mi papá tomamos lugar en la popular levemente hacía el lado de los vestuarios. La hinchada de Independiente ocupó toda la tribuna detrás del arco.

Varios minutos antes del comienzo empezaron los problemas, lo recuerdo como si fuera ayer a pesar de tener 12 años en ese entonces.

Una lluvia de piedras comenzó a caer desde la parcialidad roja y por supuesto la respuesta no tardó en llegar. Rápidamente Juancito me cubrió y pudimos meternos debajo de la popu donde escuchaba claramente los impactos en las gradas de cemento.

Con bastante trabajo la policía intervino y los ánimos se calmaron. Había mucha tensión, pasión y frío, así que había que saltar y cantar más que lo normal.

Mientras estaban por salir los equipos a la cancha, miraba cómo mi viejo sacaba un pañuelo de su bolsillo trasero del pantalón, le hacía cuatro nudos, uno en cada punta y se lo ponía en la cabeza. Para qué? Me preguntaba si el sol estaba más que escondido y de la lluvia no lo iba a proteger mucho... después descubrí el significado de la palabra cábala.

Teodoro Nitti pitó y arrancó el partido. Siempre lo mirábamos parados, aunque pudieras sentarte, era así, popular sinónimo de estar parado. También esta generación de jugadores te exigían vivirlo así, por lo que entregaban, por lo que hacían dentro de una cancha imposible para jugar por el piso, llena de barro y de pozos.

Creo que no habían pasado 15 minutos cuando en un forcejeo dentro del área, el árbitro como para dejar en claro que era destacado a nivel Nacional, y también para marcar la cancha, expulsa al Bambi Flores y al Papi Dehais. Claramente perdimos mucho más nosotros.

Partido peleado, sin llegadas claras hasta que llega el gol del negro Ballejos, un animal del área. Explota nuestra tribuna y el Negro en su alocado grito encara directamente hacia nuestro sector. Juan baja corriendo y queda cara a cara con el goleador tomados ambos del alambrado. Esa imagen la tengo como una foto.

En el segundo tiempo el partido siguió siendo hacha y tiza con un D’Angelo fenomenal y el Ruso Strak manejando los hilos. Un Ruso Strak en su vuelta a la titularidad a pedido unánime de la parcialidad albinegra: "Ole le, ola la, el próximo Domingo queremo al Rusoestra".

Recién sobre el final Cipo de contra con un jugado y batallador Independiente, pudo doblegar a Carlitos Leone con un penal de D’Angelo y una genial definición de Sotelo. Recién ahí el festejo fue alocado y se escuchó de la hinchada... "Zapatero... zapatero... que se gasten unos mangos y se compren un arquero...".

Final del juego, invasión total del campo de juego y la frutilla del postre.

Salida apurada de la mano de Juan, mientras tanto miraba al Gallo Fernandez rodeado de hinchas, en slip y defendiendo su camiseta como si le llevaran la vida. Entregó hasta sus botines nuevos que estrenaba esa tarde, unos Adidas Dublín. La camiseta no.

Me dejó afuera el gordito con un amigo y se fue para adentro y a la hora apareció con esa camiseta estirada, con sangre y una emoción que jamás le había visto.

Allí comenzó a adorar con todo su corazón a este héroe albinegro que junto con varios de esos tiempos, dejaron la vara tan alta, pero tan alta, que ahora todo nos parece un fracaso.

Una pequeña gran historia. Simplemente eso.