Cuando querer es poder

• La columna de Juan Pablo Quintana en Cipo Pasión Radio TV.

Siempre me lo imaginé a Gastón Sobich, allá por julio de 2015, bajoneado porque Independiente quedó afuera perdiendo ante Cipolletti en la Chacra y ni siquiera pudo recaudar porque decidió no jugar en Centenario dándole prioridad al aspecto deportivo ya que el Rojo venía invicto en su reducto. La derrota que sufrió el sábado fue distinta. Claro, tendrá revancha porque el torneo recién empieza y además recibió un dinero que le vendrá muy bien para afrontar lo que queda.


Lo que se vivió el sábado en el Gigante del Barrio Sarmiento fue una fiesta y la demostración de que cuando se hacen las cosas bien (o medianamente bien), hay grandes chances de que los que amamos este deporte podamos disfrutarlo al 100%. Está claro que con sólo un tarado alcanza para que ganen los que apuestan a tribunas visitantes vacías.

Es lindo escuchar el duelo de hinchadas, es hermoso gritar más fuerte para tapar “el grito de los de enfrente”, es genial retirarte triunfal y es de inteligentes saber que es un deporte que te dará revancha rápido.

Tengo muy claro que es más fácil jugar sin hinchas visitantes. Es más cómodo para el operativo (que cubra igual y trabaja menos), es más sencillo para los dirigentes que se evitan un dolor de cabeza, es menos problemático para todos pero no se soluciona el problema. Se lo tapa, se lo esquiva pero no se lo soluciona simplemente porque no se enfrenta. El problema sigue estando, debajo de la alfombra si quiere, pero sigue estando.

Es curioso que nos digan que no se puede jugar con hinchas visitantes por el torneo local en Primera división pero se organiza una final en cancha neutral con las dos hinchadas, como pasó en San Lorenzo - Lanús. Es raro que te digan que no se puede jugar con hinchas visitantes por el torneo local pero por la Copa Argentina sí. En realidad si viene de la AFA nada es raro, después del empate en 38 con 75 asambleístas, todo puede pasar.

Yo soy un convencido de que al fútbol se debe jugar con visitantes pero para ello necesitamos seriedad: partiendo de la dirigencia, siguiendo por las denominadas “barras” y continuando por el laburante de todos los días que en la cancha se cree con derecho de escupir o tirar piedras…

Dígame la verdad, usted hincha de Cipo, ¿no le gustaría ir el miércoles a ver al Albinegro al Maiolino ante Roca? Y no entremos en la obviedad de que es peligroso, nadie va a la cancha para salir lastimado. No debe ser peligroso y para que no lo sea se necesita de un operativo eficiente con gente capacitada para hacerlo. Durante muchos años se jugaron clásicos con hinchas visitantes y seamos claros, si en Buenos Aires jugaban clásicos con 50 mil personas cómo no se va a poder jugar aquí clásicos con 8, 9 ó 10 mil personas.

En cierto que alguna vez dije que es difícil que vuelvan los visitantes cuando en Roca, por ejemplo, en la temporada pasada no pudieron proteger a los jugadores de Cipolletti. Pero no quiero excusarme en ese hecho para no intentarlo. Porque también es verdad que es más fácil no hacer nada, siempre es más fácil no intentarlo y quedarse bajo el manto de “no se puede y punto”.

Es curioso que en un país tan futbolero como Brasil durante el Mundial se pudiera convivir con el cantito “Brasil, decime que se siente” incluido. Es raro que los hinchas de Boca y River puedan “copar” una confitería y gritar con alma y vida cada gol sin que haya incidentes. Y ni hablar de grupos de amigos que se juntar a vivir su pasión juntos. ¿Saben por qué pasa eso? Porque ellos saben que después del partido seguirán siendo amigos, colegas, conocidos o simplemente ciudadanos de bien que aman al fútbol, a sus colores pero que entienden que se puede ganar o perder; y cuando se pierde no se es menos, son circunstancias, son momentos, es parte del juego. El juego más hermoso del planeta que desde su esencia se juega con hinchas locales y visitantes.