El superclásico de la Patagonia y el oprobio de la violencia - Notas de Archivo de Cipo Pasión - Club Cipolletti

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domingo, 1 de noviembre de 2009

El superclásico de la Patagonia y el oprobio de la violencia

“Me cuesta creer el tamaño ridículo de nuestras pasiones de entonces. ¿A usted no le pasa? Eso de atarse fielmente a una consigna, defenderla contra todo y contra todos, hacer de ese objetivo el único de nuestras vidas. Después, con el tiempo, las cosas recuperan dimensiones razonables. […] Creo que nos pasamos la vida pasando de un estado de ánimo al otro: de la idiotez apasionada al desengaño razonable”.

Eduardo Sacheri, Ángel cabeceador.

Gardel y Le Pera inmortalizaron la frase “Veinte años no es nada”. La innecesaria violencia que existe en el fútbol, tan difundida en Argentina como el tango, se encargó de homenajear la cita de “Volver”. En el año 1985 las hinchadas de Cipolletti y Huracán de Comodoro Rivadavia transformaron una final de fútbol regional en una batalla por el honor de cada ciudad representada. Así lo evidenciaron peleas entre barras en Cipolletti, Comodoro Rivadavia y Bahía Blanca, declaraciones de jugadores y dirigentes de ambos equipos, y ataques de hinchas en el reencuentro de “Cipo” y el “Globo” veinte años después.

Para remontarse a los inicios de la rivalidad entre Cipolletti y Huracán de Comodoro Rivadavia hay que rememorar la década del ´70, con el auge de los equipos del interior en el fútbol grande de Argentina. Mediante la estructuración que armó la Asociación de Fútbol Argentino al dividir la alta competencia en Torneo Nacional y Torneo Metropolitano. En aquel entonces Cipolletti y Huracán eran dos de los más grandes equipos de la Patagonia y solían enfrentarse por un lugar en la elite futbolística.

Los torneos nacionales le dieron la oportunidad a Cipolletti, a Huracán, y a otros equipos lejanos a Capital Federal, de codearse con Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo. En 1985 se jugaría el Torneo Nacional por última vez, desde el año siguiente hasta la fecha el fútbol argentino se divide en diferentes categorías. En ese último Nacional sólo había lugar para Cipolletti o para Huracán de Comodoro Rivadavia. La historia de la final tan recordada empezó el 13 de enero de 1985 en La Visera de Cemento.

Las hinchadas de Huracán y Cipolletti tenían antecedentes nefastos respecto de la violencia. Evidentemente la final estaba condenada a la barbarie. Sin embargo en el primer partido en Cipolletti, un pacto de “no violencia” entre los hinchas de Huracán y un sector de la hinchada local lograron que el clásico se juegue en paz.

Cipolletti estaba dos goles arriba por las anotaciones de Juan ‘Trapito’ Giner, y Huracán se puso a tiro del empate con un gol de León. Hasta que Blas Armando Giunta liquidó el partido al marcar el 3 a 1, pero Huracán respiró cuando redujo la ventaja a un gol. La paz de las hinchadas no se pudo repetir en la revancha en Comodoro Rivadavia ya que el líder del sector de la hinchada albinegra que pactó con sus pares de Comodoro, según un hincha albinegro seguidor de aquellas épocas que prefirió preservar su identidad, era “un manguero con la camiseta de Cipo siempre puesta que nunca iba de visitante, ¡nunca!”.

La violencia empieza a jugar la final

En Comodoro Rivadavia, Huracán tenía la obligación de ganar. No sólo porque era local, un empate coronaba campeón a Cipolletti y poca gracia le causaba a los comodorenses imaginar a su clásico rival dando la vuelta olímpica en su cancha. Fueron unos 50 hinchas de Cipolletti, Huracán ganaba el partido y la barra brava local no se apiadó de los albinegros. Tiraron piedras hacia la tribuna visitante, que en un principio devolvió la agresión.

Con el conflicto en las tribunas ya consumado, la policía arrinconó a los hinchas de Cipolletti, quienes tuvieron que soportar el ataque de la hinchada local. “Nunca vi caer tantas cosas, nos hicieron m…, nadie, ninguno de nosotros quedó sano, todos terminamos lastimados. ¿Y de ellos? Ningún herido. Ninguno. Nos hicieron m…”, relata un hincha de Cipolletti indignado aún veinte años después.

En lo futbolístico el partido nuevamente fue emocionante y apretado, terminó 2 a 1 para Huracán con goles de Sotelo y Trezeguet, mientras que Walter Parodi marcó el gol de Cipolletti. El resultado forzó un tercer partido definitorio a jugar en cancha neutral, y curiosamente el estadio elegido fue el Roberto Natalio Carminatti, de Olimpo de Bahía Blanca. En aquel entonces Olimpo tenía una gran rivalidad contra Huracán. En los ´90 se convirtió en un clásico rival de Cipolletti, pero por un odio futbolístico que nunca se reflejó gravemente en las tribunas.

Antes de disputarse la revancha el presidente del Club Cipolletti, Néstor García, le anticipó a su entorno que si era necesario un tercer partido se iba a jugar en Bahía Blanca. Ambos clubes podían ponerse de acuerdo en la elección de la sede de la final, Huracán propuso jugar en Trelew, y Cipolletti en la provincia de La Pampa. Como no se pusieron de acuerdo intervino la AFA y eligió el estadio de Olimpo de Bahía Blanca, una hábil negociación del presidente albinegro.

La semana previa a la tercera final, los incidentes en Comodoro Rivadavia fueron el centro de la controversia en la ciudad de Cipolletti. Además el “albinegro” tiene una hinchada caracterizada históricamente por no generar violencia por iniciativa propia, pero responder duramente a las provocaciones. Aunque la historia de 1985 no fue sólo Cipolletti contra Huracán. La indignación por esa lluvia de piedras que lastimó a todos los cipoleños en Comodoro conmocionó a todo el ambiente futbolístico valletano.

Si sólo faltaba una declaración de guerra a través de los medios de comunicación, esa la dio Néstor “Kitty” García, sí, el entonces presidente del Club Cipolletti enfatizó: “Esto no es un partido de fútbol, acá no nos jugamos una clasificación, acá nos jugamos el honor de la ciudad”. Vale destacar que hace veinte años no existía el control de los medios contra la incitación a la violencia que hay en la actualidad.

Las palabras de García impactaron al pueblo futbolero, al punto que en la cancha de Olimpo de Bahía Blanca, en plena tribuna de Cipolletti desbordada por tres mil personas que habían llegado desde el Alto Valle, flamearon banderas de Alianza de Cutral Có, Independiente de Neuquén, Fernández Oro y San Martín de Cipolletti. El hecho llama la atención principalmente porque cada uno de esos cinco clubes tenía otra rivalidad aparte contra Cipolletti, pero aunque sean una minoría, sus hinchas viajaron 550 kilómetros olvidando rencores y apoyaron al “albinegro” contra Huracán de Comodoro Rivadavia. Incluso se divisaron dirigentes de Fernández Oro, Alianza de Cutral Có y Deportivo Limay mezclados entre la multitud de cipoleños.

Néstor García rompió el hielo con sus declaraciones, pero los jugadores hicieron su parte calentando el partido en los días previos. El director técnico de Huracán, apellidado Diz declaró: “Ganará el que se equivoque menos, y esos vamos a ser nosotros”. Marcelo Yorno, el arquero de Cipolletti, respondió: “Vamos a clasificar nosotros, estoy seguro”. Como a ningún hincha se le ocurría perder, también los jugadores optaron por los mensajes optimistas que todos querían escuchar.

27 de enero de 1985, el día D

De los aproximadamente tres mil albinegros en Bahía, más de mil ya se habían juntado antes del partido en la plaza Rivadavia, a ocho cuadras de la cancha de Olimpo, a cantar, saltar y homenajear a Cipolletti con gorros, banderas y camisetas blancas y negras. Desde Comodoro Rivadavia llegaron seis colectivos con unos ochocientos hinchas “albirrojos”. Cuenta un hincha presente en la plaza: “Un colectivo que venía con unas cuarenta personas de Comodoro tuvo la mala suerte de encontrarse con nosotros, y nos fuimos al humo, lo destrozamos, algunos de ellos corrían, y los que nos pudieron terminaron en el hospital. Hoy lo cuento, y me da miedo lo que hicimos”.

Fue increíble el clima que se vivió en cancha de Olimpo, más teniendo en cuenta que ambos equipos se encontraban muy lejos de sus localidades. Ante un imponente marco de cinco mil personas, digno de una final jugada a todo o nada.

Huracán y Cipolletti no se sacaron ventajas en el primer tiempo. A los 16 minutos del complemento el “Globo” de Comodoro Rivadavia se puso en ventaja. Pero el destino de la final parecía escrito por el más fanático hincha de Cipolletti. Y por primera vez en las tres finales, la violencia de las tribunas tuvo incidencia directa en el resultado final.

Entre su once inicial, el albinegro no pudo contar en ese trascendental encuentro con sus dos máximas figuras: Blas Giunta, que después triunfó en San Lorenzo y Boca Juniors, y Walter Parodi, que hizo lo propio en Deportivo Español e Independiente. A falta de cinco minutos para el final de la novela “Cipo - Comodoro”, la historia parecía liquidada con fiesta albirroja. Pero un minuto mas tarde Jorge Giner empató para Cipolletti, fue el toque de emoción que caracterizó a los tres partidos.

Y el histórico momento llegó en el último minuto, el arquero comodorense Llesona se agachó acusando un piedrazo desde la tribuna albinegra, y en esa misma jugada Ricardo Ogas puso el definitivo 2 a 1 para Cipolletti. El ahora denominado “Capataz de la Patagonia” consiguió un pasaje para jugar el Nacional ´85, donde se enfrentó contra River Plate, Gimnasia de La Plata y Unión de Santa Fe.

Pero vale la pena detenerse en el momento que el arquero de Huracán recibe un piedrazo segundos antes del gol del campeonato. Un hincha que vive ese gol como recuerdo imborrable, rinde tributo a la persona que en ese momento los cipoleños tomaron verdadero héroe de la clasificación. Se trata de “Torraca” Montero, quien durante todo el partido tiró piedras con una gomera a Llesona, y acertó justo en el último minuto.

“Un amigo mío fue uno de los héroes (sic), se llama Torraca Montero, en el momento del tiro libre, le puso un toscazo al arquero en la nuca. El arquero medio que se agachó y levanto la mano para llamar al arbitro y ahí vino el gol”. Cipolletti no pudo dar la vuelta olímpica por la multitud de albinegros que se metió al Carminatti a festejar. Porque para ellos, como ya lo había anticipado el presidente del club, Cipolletti no había logrado un campeonato ni una clasificación. Cipolletti había logrado que el honor de su ciudad derrote al de Comodoro Rivadavia.

Ese piedrazo a Llesona seguido del gol de Ogas, de alguna manera posibilitó que Cipolletti juegue, además del Nacional ´85, los posteriores Nacional B, Torneos del Interior y Torneos Argentinos. Mientras que Huracán de Comodoro se tuvo que conformar con disputar la liga local de Comodoro Rivadavia, y un que otro Torneo del Interior sin éxitos. Desde aquel 27 de enero de 1985, Huracán pasó 20 años con más pena que gloria hasta que ganó el Torneo Argentino B Vip en el año 2005. La consagración le permitió ascender al Torneo Argentino A y reencontrarse con Cipolletti.

Veinte años no es nada

El domingo 4 de septiembre de 2005, para Cipolletti y Huracán fue “el tiempo del encuentro con el pasado que volvió a enfrentarse con sus vidas”. Pero tantos años habían pasado que la mayoría de los hinchas de Cipolletti asistieron a La Visera como un partido más, y sólo los memoriosos tuvieron miedo a incidentes. Desde Comodoro Rivadavia llegó un colectivo a Neuquén lleno de hinchas del “Globo”. La policía de Río Negro acusó que no los pudieron contactar para programar una limpia entrada de los comodorenses a La Visera de Cemento.

El colectivo de Comodoro Rivadavia ingresó a Cipolletti por la calle Mengelle y se encontró frente a frente con la hinchada de Cipolletti. La policía apenas pudo disminuir la violencia, ni siquiera en cantidad de efectivos existió prevención ante la historia de la rivalidad de albinegros y comodorenses. Frente a frente, ambas barras se tiraron piedras, baldosas y hasta se pelearon mano a mano con golpes de puño. La hinchada de Huracán de Comodoro no desaprovechó la oportunidad para romper autos y vidrieras de la calle Mengelle. El intento de la policía de dispersar a las barras con balas de goma fue prácticamente nulo.

Un famoso hincha de Cipolletti observó en los hinchas de Huracán un promedio de 50 años de edad, por lo que dedujo que eran barrabravas que estuvieron en Bahía Blanca en enero del ’85. El vicepresidente de Huracán, miembro de la barra 20 años atrás, cuando arribó a Cipolletti confesó en LU19: “Muchos todavía tenemos marcas en la espalda de aquella final”. Claro mensaje para eliminar la posibilidad de “olvido” de Huracán.

Los clientes que almorzaban en el restaurante “La Nonnina”, ubicado en el predio del Club Cipolletti, fueron evacuados hacia el salón de fiestas del club y desde ahí sufrieron los daños que recibían sus autos entre la gresca. Finalmente los incidentes no se cobraron heridos de gravedad, pero la barra brava de Huracán no pudo ingresar a La Visera. La versión oficial indicó que los dirigentes de Cipolletti le negaron el ingreso a los comodorenses para que no haya disturbios dentro de la cancha. Un líder de la hinchada de Cipolletti le aseguró a este medio que él le aconsejó al comisario que no los dejen entrar porque de lo contrario el partido no se iba a poder jugar. Una fanática del fútbol nacida en Comodoro Rivadavia fue a La Visera a ver al Huracán de sus pagos, y ratificó: “No vinieron a ver el partido, vinieron al despelote”.

El fútbol fue otra vez fiesta albinegra, Cipolletti ganó 4 a 0 con dos goles de Abad, uno de Fernández en contra, y el restante de Alecha. El clásico fue estrictamente futbolístico, sin violencia adentro de la cancha al igual que aquel del 13 de enero de 1985. Germán Alecha, goleador e hincha fanático de Cipo declaró en el vestuario: “Estamos contentos por darle esta alegría a la gente, porque ellos querían ganarle a Huracán de Comodoro porque es un clásico, más que Olimpo”.

En la revancha en Comodoro Rivadavia empezó una medida tácita de seguridad de ambas hinchadas para evitar incidentes y para no hacer 1100 km. con el riesgo de no poder ver el partido: no hubo hinchas visitantes. Ganó Huracán 3 a 2, y lo festejó como si hubiese ganado la Copa Intercontinental. Fueron expulsados dos jugadores de Cipolletti y la gresca esta vez fue entre los jugadores visitantes y la policía. A Germán Alecha le dieron seis fechas de suspensión por atacar a golpes de puño a un policía completamente uniformado, incluso con casco y escudo.

Los dos equipos descendieron en esa temporada 2005/06 del Torneo Argentino A, y ambos compartieron la zona en el posterior Torneo Argentino B. Cuando los jugadores de Cipolletti llegaron a Comodoro Rivadavia los recibieron con una pintada “Capataz hay uno solo y es el globo”. El colectivo del Club Cipolletti que tenía la inscripción “Capataz de la Patagonia” recibió piedrazos mientras los jugadores cenaban en un restaurante.

Mas allá de otros piedrazos aislados a jugadores y a las cabinas de transmisión visitantes, no hubo incidentes graves, sobre todo porque nunca más fueron hinchas visitantes a Comodoro Rivadavia ni a Cipolletti. En ese Argentino B los jugadores de Cipolletti tenían una bandera que luego se haría famosa y decía “No se asusten sólo estamos de paso”, y estuvo colgada sin problemas en el rinconcito donde estaban los dirigentes de Cipolletti en el Estadio Municipal de Comodoro Rivadavia.

Jugaron cuatro veces en esa temporada, Cipolletti ganó los dos partidos en La Visera y empataron las dos veces que jugaron en Comodoro Rivadavia. En ese torneo Cipolletti se consagró campeón y ascendió, mientras que Huracán terminó en los últimos puestos y descendió. Nunca más se volvieron a encontrar.

Cipolletti y Huracán de Comodoro Rivadavia convirtieron en una guerra lo que debiera ser una fiesta del fútbol patagónico. La rivalidad entre los dos clubes históricos y futbolísticamente más prestigiosos del sur argentino volvió a descansar en la calma del desencuentro