Carucha corazón

• La columna de Juan Pablo Quintana en Cipo Pasión Radio TV.

El verano de 1985 fue revolucionario en el fútbol argentino ya que Oscar Ruggeri y Ricardo Gareca dejaron Boca para defender los colores de River. El debut de ambos en el Millonario se dio el 17 de febrero ante Cipolletti. Era la primera fecha del grupo “D” de aquel Torneo Nacional.

Cipo salió al Monumental de Nuñez con Marcelo Yorno; Osvaldo Cortés, Carlos Gerardo Russo, “el indio” Solari Gil y Jorge Luis Fernández; Palermo, el “ruso” Juan Enrique Strak y Héctor Alberto Ortega; Giner, Miguel Ángel Torres y Damiano. El técnico era Américo Pérez. Después ingresaron Parra y Rodlfo Torres. Ganó River 3 a 1 pero eso es sólo un detalle, es que tres días después aparecería al mundo pegando sus primeros gritos para acomodar las cosas en la sala de parto, Marcos Antonio Carrasco. Ahí mismo, seguramente, se quejó y pataleó y estiró su pierna para despejar a un costado el sonajero.

El 20 de octubre de 2002 cuando tenía 17 años debutó con la camiseta de Cipolletti en Pergamino ante el siempre difícil Douglas Haig. El partido terminó igualado en cero en una noche fría con algo de lluvia. Aparición fugaz para el pibe de la cantera que pedía pista.

Como históricamente ha sucedido con los pibes en el club, recién logró continuidad en 2006 cuando con chicos Cipo disimuló su participación en el Argentino B.

Sus primeros cuatro goles fueron de cabeza, el primero de todos, ante Deportivo Roca. El último ante Central Córdoba de Santiago del Estero. En el medio un montón de momentos inolvidables.

Indefectiblemente a Carucha se lo relaciona con el ascenso de 2006, con las terribles campañas posteriores, con momentos inolvidables de las últimas décadas del club.

Con casi dos centenares de partidos oficiales con la camiseta de Cipo dejó su huella y el 23 de noviembre de 2015 jugó su último partido ante Unión Aconquija. Nadie sospechó que ese sería su último partido, quizás él ya lo tenía definido.

En su cumpleaños 32, uno lo imagina silbando bajito, despreocupado, negado de las formas, despistando a la vida igual que cuando se iba al segundo palo, esperando a esa esfera blanca que mágicamente iba a terminar en el fondo de la red con todos nosotros a llenándonos la boca de gol.