El día de todos los futbolistas - Notas de Archivo de Cipo Pasión - Club Cipolletti

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martes, 16 de mayo de 2017

El día de todos los futbolistas

  • La columna de Juan Pablo Quintana.

Todos soñamos en algún momento de nuestra vida con ser futbolista, me refiero a jugar en forma profesional, a vivir de eso. Por suerte, en mi caso, el sueño de futbolista chocó rápidamente con la realidad y lo supe aceptar con hidalguía.

Mientras todavía soñaba con ser futbolista entré por primera vez a la cancha de Cipo. Fue mágico. En el colegio habían organizado una competencia en la que participaban todos los secundarios de la ciudad. Era una minicarrera que ni me acuerdo por donde iba pero que finalizaba en la cancha de Cipo. Sí, dentro de la cancha. Entrábamos por la popular y el portón de la mitad de la cancha, ese que se abrió contra Antoniana, nos trasladaba dentro del campo. De ahí nos íbamos a la platea y nos acomodábamos en la tribuna del pasaje Klepe. Para que el recuerdo tenga una cuota más de añoranza diré que el césped era natural.
   
Dicen que por el gol de Ernesto Grillo a Inglaterra del cual el domingo se cumplieron 64 años, es el día del Futbolista. Por eso, más allá del saludo cordial al futbolista profesional en su día, cabe y tal vez con mucha mayor propiedad el abrazo a los que juegan fútbol. A los que simplemente y nada menos juegan el fútbol con todo lo que significa.


A veces pienso si a la hora de los bifes, esto es, cuando la pelota rueda un jugador profesional sentirá lo mismo que cuando jugaba por jugar y esto va más allá de la obviedad de la responsabilidad. Me refiero a la emoción, el gusto por una gambeta, por un buen quite, por un pelotazo milimétrico y ni hablar por un gol.

Por eso decir “Día del Futbolista” es tan abarcativo que trataré de contener en el homenaje a todos los que despuntan el vicio y la pasión detrás de una esfera encantada por las que van desde la Liga Municipal, pasando por Sthimpra y Don Pedro. Millones de tipos sudados de gusto, de nervio a la vista, de alegría que a veces ni ellos saben que es alegría.

Ser futbolista es primero que nada armar el bolso con las vendas, las canilleras, los botines (los más preparados). Es pararse simplemente de pantalones largos y hasta con reloj puesto a un costado de la canchita esperando que a uno lo inviten a jugar, que le griten: Che Flaco ¿Querés entrar? Y uno va dispuesto a demostrar que es una mezcla del Bambi Flores y el Ruso Strak y resulta que después le da vergüenza el baile que le pegaron. Porque entró frió, porque no conocía la canchita, porque no se adapta al césped sintético, porque no le pasaron una pelota.

Y si la tarde cae para bien se irá en silencio ante el mismo silencio de los otros que creen que les cayó un ángel al equipo y de taco les hizo ganar el duelo con los de la otra cuadra.

Ser futbolista es ser compinche. Las bromas llenas de códigos que sólo entienden los pares de uno, los de la misma camiseta. Los lamentos a la vuelta, la felicidad a la vuelta. El cosquilleo antes de entrar a la cancha.

Ser futbolista es la gaseosa compartida bajo el árbol amigo a la par de la canchita, charlando de bueyes perdidos; desde el gol que se perdió el nueve a la morocha que se tiene apuntada para la noche.

Ser futbolista es enojo. Con el rival, con uno mismo, con el árbitro, con algún compañero. Es calentura pura que se trinca en disculpa con las horas que van pasando. Ese hermoso dolor muscular de saber que uno ha jugado y llegar a la casa y decirle a la vieja “no me puedo ni mover...” a manera de queja y la verdad es que uno está chocho de la vida.

Ser futbolista es ser infantil o veterano. Ser libre o federado. Es una forma de concebir los ratos libres y hasta es una forma de ver las cosas. Quien no ha jugado al fútbol no es igual; ni mejor, ni peor, no es igual.

Esa apilada de ingleses que hizo Grillo hasta ponerla desde un ángulo muy cerrado en la cancha de River, un 14 de mayo de 1953, lo que le permitió a la Argentina ganarle por primera vez en la historia a Inglaterra por 3-1, sirvió también para que con el paso del tiempo se instituyera esa fecha como el Día del Futbolista. Y está bien. Es justo.

Los que tenemos la suerte de sentirnos atraídos por esa esfera mágica no podemos menos que agradecerle, mientras esperamos que llegue el fin de semana, donde volveremos a soñar con ser campeones…

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