El pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida

• La columna de Juan Pablo Quintana en Cipo Pasión Radio TV.

Durante la tarde del sábado se sabía que el rival de Cipo sería Juventud Antoniana de Salta o Altos Hornos Zapla; el momento de sacar cuentas para que la serie se defina en la Visera ya había pasado.

A las 23.07 la moneda cayó del lado de los salteños. Sarmiento eliminó por penales a Sportivo Belgrano de San Francisco y si bien el partido se jugará 96 horas después de ese momento, yo retrocedí 21 años.

La final del Torneo Argentino “A” de 1996 fue una marca para el club. Se había realizado una campaña extraordinaria que había comenzado con victoria en el Luis Maiolino ante Roca con gol del Gallego Sánchez que venía de jugar allá y que gritó el gol con alma y vida (cómo les duele eso).

La entrada valía una fortuna. El menemismo estaba haciendo estragos y mi viejo, un ferroviario de ley -desocupado en ese momento- se la ingenió para tapizar un sillón y conseguir el dinero. Mi hermano mayor y yo íbamos a ir juntos a esa gran final. Con el paso del tiempo me di cuenta que mi viejo había resignado su lugar para que vayamos nosotros. En ese momento la alegría no me permitió percatarme de ese detalle.

Cipo había igualado 0 a 0 en Salta. La ilusión era tan grande que el jueves ya se habían agotado las entradas. Yo llegué dos horas antes, la cola daba la vuelta hasta Mengelle, entré por O'Higgins y no pude subir el primer escalón de la popular. La tarde era fría y amagaba con llover. Casi un presagio.

Cipo esa tarde salió a la cancha con Centurión en el arco; Juan Parra, Cerdá, Enrique y Kalujerovich; Iachetti, Capocetti, Landeiro y Suárez; Pablo Parra y Juan Sánchez. El técnico era Miguel Ángel López.

Hace un puñado de años Pablo Parra le aseguró a Cipo Pasión que dirigentes vendieron esa final; algo que fue vox populi desde el primer día pero tan incomprobable como doloroso.

Ganó Antoniana con gol de Esteban Espeche a los 20 minutos del complemento. Muchos pidieron off side pero Oscar Sequeira miró para otro lado. No sé si estaba adelantado, sí tengo claro que ese partido marcó para siempre a Cipo. Todo lo demás es archiconocido.

Yo no sé qué pasará en este cruce con Antoniana, ojalá se pueda seguir en carrera. Una vez más Cipo me trasladó en el tiempo y me demostró que el fútbol se parece tanto a la vida que a veces te sonríe y en otras ocasiones te deja con el corazón en la mano.