Albinegras de la deconstrucción

• La columna de Juan Pablo Quintana.

La semana pasada tuve la chance de viajar a las sierras cordobesas en familia para descansar antes de comenzar con el año lectivo y allí recibía la info del fútbol femenino que me mandaba Gerardo Salorio. Yo se la replicaba a los chicos para que puedan subirla a las redes de Cipo Pasión. En estos tiempos no es raro hablar del fútbol femenino y si bien es cierto que todavía queda un largo camino por recorrer se ha evolucionado muchísimo. El Día Internacional de la Mujer, año tras año, va tomando más dimensión, quizás sea yo el que lo va entendiendo de a poco.

Es que yo crecí en tiempos en donde si uno se ponía a lavar los platos lo miraban raro. Muchos menos un varón podía planchar o lavar los pisos, apenas se podía “poner la mesa” como para “ayudar” a mamá, así de buena onda. Para los varones había otras actividades, como lavar el auto o cortar el césped pero no mucho más… si hasta hacer las compras era mirado con recelo.

Y eso que hablo de lo que me pasaba a mí cuando era chico, no quiero ni imaginar cómo era la historia cuando los chicos eran mis padres. Mis abuelos tenían otra forma de entender la vida, ni de casualidad mi abuelo habría planchado porque era “el hombre de la casa”.

Recordé todo eso y me puso muy feliz de que mi hija pueda vivir en otro mundo. Es que para ella no es raro que yo planche, o cocine, o lave los platos y mucho menos que realice las compras. Reitero que falta mucho por mejorar pero las chicas se han ganado un espacio muy merecido; no es raro que una chica haga campo de juego en el fútbol de primera división o que conduzca una programa de deporte; ya ha dejado de ser “la voz femenina”, son mucho más que eso… hay chicas muy capaces en el periodismo nacional y local.

Durante mucho tiempo pensé que feminismo y machismo eran dos extremos y me burlé de ambos como quien se burla de los veganos o de los hinchas de Independiente de Neuquén.

Soy varón heterosexual y me cuesta mucho cada vez que lloro no pensar “parezco mina”. Tengo clarísimo que dos chicas tienen derecho a estar juntas si se quieren pero si las veo besarse me da “cosita”, busco disimularla, obviamente que no digo nada pero no dejo de sentirla. Es que son muchos años de lastre, son marcas que llevo desde chico. Me esfuerzo para crecer, me ejercito para dar pelea aunque sea desde lo dialéctico.

Es lindo ver a muchas chicas en todas las canchas sin esconder su pasión que antes sólo estaba permitida en los Mundiales.

Chicas albinegras nos hace muy felices saber que están ahí, bienvenidas al mundo del fútbol de Cipo que no es sólo propiedad de los varones; ahora suframos juntos porque esto que se siente desde las entrañas se llama amor y más allá o más acá de los pañuelos, el amor no sabe diferenciar entre los géneros porque simplemente se siente.