El por qué de mi pasión - Notas de Archivo de Cipo Pasión - Club Cipolletti

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sábado, 16 de mayo de 2020

El por qué de mi pasión

  • La columnna de Juani Scopel.

Mi papá, de los pagos cercanos a Ezeiza, hace más de 50 años pasó por el valle con su camión y conoció a Malena. Y también conoció la fiebre valletana por ese Cipo, el de las épocas doradas. Creo yo que él fue el que me transmitió desde muy pequeño el amor por el Club Cipolletti.

Siempre recuerdo viajes a todos lados siguiendo partidos definitorios, Junín, Bahía Blanca, y en general siempre la vuelta a casa triunfante.

A los 6 años nos dieron la tan ansiada casa en Alta Barda, años en que existía Neuquén, Ruta 7, Barrio Alta Barda, Centenario, nada más.

Era lejísimos y recuerdo claramente salir de primer grado, almorzar, deberes y tipo 15 h. caminar de la mano de la Male hasta la parada del Gonzomar. Alli me despedía y me daba la plata justa para que solo viaje hasta el Hotel del Comahue. Bajaba y esperaba el Alto Valle. Claro, eran otro tiempos. Los choferes de ambas empresas me llevaban en el buche, atrás de ellos, parado, mi cabeza apenas asomaba e incrédulo miraba todos los billetes amontonados al lado de la palanquita que abría la puerta.

El cole entraba a Cipo por Mengelle en ése tiempo doble mano y paraba justo enfrente del club. Derecho a entrenar en la escuela de fútbol, con profes como Juan Carlos Aguirre, Wence, o Pastor. Muchas veces mi viejo salía del taller de chapa y pintura de la Saenz Peña para verme un rato y volver a trabajar.

Con el tiempo los choferes me tomaron cariño y no me cobraban el boleto y siempre atentos a mi lugar atrás de ellos.

Yo aprovechaba y en el kiosco de Amarillo, en Mengelle y O' Higgins me compraba una coca o una Tab creo que se llamaba, una botellita con tetones chiquitos en el vidrio y también un chicle jirafa, antes de tipo 18 h. tomar nuevamente ambos colectivos. Allá me esperaba la Male siempre ansiosa cuando el Gonzomar habría la puerta delantera.

Así empezó mi carrera de futbolista profesional en este hermoso Club. Donde he visto absolutamente de todo, cosas hermosas, horribles, increíbles y también personas de todo tipo.

Hasta que un día mientras esperaba afuera de la oficina de madera donde hoy está la confitería, esperaba un plan de pagos para mis seis meses de deuda, porque la historia era casi siempre la misma... pasaban los campeonatos se gastaba dinero en muchos refuerzos y terminaban jugando tres o cuatro y el resto los jugadores del club. Los Iachetti los Juan Parra, los Artaza, los González.

En esa espera escuché lo que el Club le pagaba y además gastaba en alquiler de la vivienda en el Barrio Manzanar con un patio grande para sus dos perros ovejero alemán a un jugador. Jugador que estaba al día con su salario y jugador que no era más que cualquiera de los chicos del club.

Allí me di cuenta que mi carrera en Cipo había terminado. Mi carrera, no mi pasión.

Muchos me criticaron el porque no había hecho juicio por mi deuda, época que si recuerdan se había armado un colosal equipo para ascender, cosa que no ocurrió por poco lamentablemente, pero lo que si ascendió fue la quiebra del club, hasta la globa de Natación perdieron.

Por mi cabeza jamás se me cruzó hacerlo, era como hacerle juicio a mis viejos, al lugar donde me educaron, al lugar donde pasé más horas que en mi casa.

Y hoy soy feliz por eso, por tener siempre en mi cabeza todo lo que el Club Cipolletti me dio, terminé mal mi carrera como futbolista si, pero no pudieron terminar con mi pasión.

Por siempre albinegro.

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