Siempre supe que era distinto - Notas de Archivo de Cipo Pasión - Club Cipolletti

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domingo, 10 de mayo de 2020

Siempre supe que era distinto

  • La columna de Juani Scopel.
Recuerdo tener 10 años, año 1983, las siestas interminables, mi rutina siempre era terminar de almorzar, y apenas mi viejo enfilaba para la pieza, partía sigilosamente para la canchita del Barrio del Trabajo, hoy convertida en plaza.

Allí me esperaba Parrita, con la banda de amigos, piñata Muñoz, el Ricar, el topo y tantos otros. Era nuestro equipo, y enfrentábamos al equipo del Negro Horacio Cerda, muchos más grandes de edad, por la coca y los juguitos congelados.

No teníamos camisetas, hasta que tuve la brillante idea de ir sacando de a una las camisetas de colección de Juan Scopel. La 8 del Negro Bucarey, una del Gallo Jorge Fernandez, otra de un tal Sabella, la 2 de Claudio Gallucci (Bertone Scania recuerdo en el pecho) y otras que no recuerdo.

Después de esos encarnizados encuentros íbamos con el Chala a su casa, a media cuadra de la canchita a tomar la merienda.

Recuerdo el piso de tierra siempre regado, el té exquisito que preparaba Marian, y Zulema siempre trayendo galletitas. Una casa humilde pero para mi era una mansión.

Siempre al fondo debajo de la sombra recuerdo a José, el papá de Pablo, perfil bajo, que cuando enfermó le pidió a mi viejo que lo cuidara. El gordito nunca lo olvida. Quizás por eso lo adoptó como a un hijo, siempre atrás del rastro del Chala cuando faltaba a algún entrenamiento, o cuando jugábamos la final de Quinta, y desvió el colectivo que iba a Regina con el plantel para sacarlo del gimnasio de Oro donde jugaba al vóley.

Siempre fue distinto, y rápidamente llegó a primera. Pocos saben de qué rozó la muerte viniendo de Catriel, cuando advirtió el choque frontal y tiró a su hermana Vane y a Zulema su mamá para el costado para recibir el impacto.

Aún hoy quedan secuelas. No era su día. Menos mal para el hincha albinegro.

Menos mal porque se hubiera quedado sin las mejores gambetas, sombreros y goles que se pudieran ver en la rica historia albinegra.

La gente pagaba para verlo solamente a él.

Luego River, a pedido de Passarella, titular en reserva y pidiendo pista. Una lesión pero yo creo que más que eso el desarraigo de su familia, de su gente pudo más. El Chala es y será de potrero, y también de pibe, con mucha menos educación que yo me dio una lección de la amistad que jamás olvidaré, en la plaza San Martín, en un banco.

Hoy, después de tanto tiempo donde el fútbol en la zona languidece, donde el jugador hace lo que puede en una pista de TC, reivindico a este fenómeno que tantas alegrías nos dio en esas tardes donde al ingresar por la popular se olía el césped recién cortado y se presagiaban las gambetas del chala Pablo Parra.

Siempre supe que era distinto.

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